Tiempo Gratis a Estrenar
La primera vez que me crucé con él, me pareció delirante, vanidoso, mentiroso, especulador, exigente, vengativo, castigador y solamente te daba una mano si hacías lo que los demás decían que él quería. Ese día me convencí que venía de otro mundo o estaba totalmente chiflado. Después de las consabidas preguntas, quién, qué, cómo, cuándo, dónde, le dije:
-Si me porto bien, ¿qué me das?
-Tiempo para que lo uses en lo que quieras.
-¿Y si me porto mal?
-También.
¿Ahora entendés por qué pensé que estaba chapita? El mundo no funciona así, si te portas bien te dan un chupetín y si te portas mal te vas a la cama sin comer. Pero le seguí el juego.
-¿Cuánto me cobrás?
-¿Qué te voy a cobrar? – me dijo – Es gratis.
-Dale, si… ¿Qué me vas a pedir a cambio?¿No me cuesta nada? ¡El tiempo es oro! – le contesté con ironía.
-Yo no te pido nada, ¡claro que es oro! ¡Aprovechalo!
Habré faltado cuando dieron esta clase pero me sentí terrible-mente desilusionado por los versos que me habían hecho. Este tipo, el todoporedoso, no podía articular un pensamiento lógico! Y ahí fue que decidí cerrar mi conversación con un rotundo:
-Salí ¡No existís!