MARTITA ¿PODÉS HACERME CASO ALGUNA VEZ?
Relato de Sergio:
Marta es divorciada, tiene dos hijos, problemas con el padre de los hijos y tratando de estabilizar la economía de su casa y una incipiente nueva relación afectiva.
Fui a su casa y mate por medio me contó detalles de la relación con su mamá, pidiéndome alternativas para mejorarla aunque sea un poco porque ella ya no sabía cómo hacer. Estaba harta de que se la pasara criticándole todo, y no le daba siquiera una mano con los chicos.
Hicimos un resumen acerca de cómo vivía ella con los chicos, su trabajo y sus desafíos cotidianos. Le demostré que ella tuvo la capacidad para resolver cuestiones de todo tipo y que su voluntad y su fortaleza era inmensas, su necesidad era real y su intención de resolverla era genuina. Tenía todo lo necesario para lograrlo
Le pregunté si alguna vez le había dicho a su madre «Gracias». Si le habló alguna vez de lo importante que era para ella y lo agradecida que estaba por haberla traído al mundo.
Su cara de sorpresa y susto fue inmediatamente reemplazada por un llanto profundo, total.
Con los ojos rojos, pero más relajada, me siguió contando historias con su madre y me decía: ¿Te das cuenta? Siempre lo mismo y ¡Cuanto más vieja se pone, Peor!
Hablamos acerca de cómo romper el hábito para poder construir otro modelo de comunicación. Su respuesta inmediata fue: “¿Y cómo cuernos hago para cambiar a mi vieja, me querés decir?»
Después de un rato aceptó que no podía cambiar a la madre y que la única que podía actuar distinto era ella y en unos diez minutos armamos un plan para la semana.
El objetivo era hacer sentir bien a la madre y para eso tenía prohibido reclamar y protestar. Sólo debía escuchar exactamente lo que su madre decía y aceptar, que no es bancar, sin juzgar ni reaccionar. Responder amablemente si era necesario.
Su rol en esta nueva modalidad de conversación debía ser la escucha, la pregunta, la sonrisa y sobre todo la palabra mágica, «Gracias».
Después de tres días, Marta debía llamar a la madre para pedirle ayuda con una receta de cocina y lograr que la madre se ofreciera a ir a su casa y ayudarla.
Transcurrida la semana nos volvimos a ver y el relato desesperado de una semana atrás, fue mucho más entusiasta y fueron muchas los cambios que pudo detectar, gracias a su nueva posición en la relación.
Marta y su mamá, pudieron ir construyendo día a día una relación nueva, muchísimo más feliz que la que mantenían. Ganaron también los chicos, una nueva abuela.
Nadie cambió y todo cambió, porque la relación cambió.
¡ Y todo alrededor cambió!